23/9/08

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Una vez alguien me castigó colgada de los pies desde el techo, boca abajo. Al principio forcejeaba por bajarme, intentaba desatarme de aquel extraño y desconcertante suceso pero era incapaz de llegar a la soga que anudaba mis tobillos. Agotada y aburrida comencé a observar que la habitación en la que me encontraba estaba llena de películas, libros y periódicos desperdigados. Sin otra cosa mejor que hacer me puse a leer algunos párrafos, títulos de películas y de algunos libros. Por mi posición era casi imposible comprender nada en lengua cristiana. A pesar de todo intenté leerlos ya que no tenía otra cosa que hacer en aquél momento. Y allí colgada, dolorida y aburrida empecé a comprender. Debía ser que por una vez en la vida toda mi sangre estaba en la cabeza.
Declamé las palabras que podía entender, despacio, saboreando las sílabas. Pero mi lucidez de mujer boca abajo (invertida) me hizo entender que las palabras no suelen estar habitadas por quien las pronuncia sino por okupas inmemoriales que dejaron grafitis ilegibles en sus perfiles. Las estiraron, las desmembraron y ahora me doy cuenta que soy palabras que no me pertenecen. Nos toca okuparnos, estirarnos y desmembrarnos.

Declamarnos.

4 comentarios:

Maria dijo...

invertidaaaa que eres una invertidaaaa

XD

El Peregryno dijo...

Me ha gustado; quizás el final hubiese sido aún mejor si a la protagonista le explotase la cabeza al llegar a esas conclusiones.
Sobre la etiqueta MICROCOSMOS, puede serte interesante leer éste poema:

http://cadaveres.blogspot.com/2005/03/somsocorcim.html

Un saludo y hasta pronto.

www.icaria.es.gd

Anónimo dijo...

Qué morrocotudo!

Aurora Tristán dijo...

o rediseñarnos...


¿Qué tal? veo que tb andas por aquí (por lares más sobrios)