23/6/08

de las revelaciones repentinas


Un día me di cuenta que se podía vivir con un hachazo en la ahorta. Miles de años de investigaciones científicas sobre las heridas mortales y allí estaba yo, viva. Corría riesgo de desangrarme pero ya se sabe, la vida tiene estas cosas. Aunque no se preocupen, cicatrizó y desde aquel momento formó parte de mi ventrículo izquierdo, le cogí cierto cariño, hasta hubo un momento en el que no sabía dónde terminaba mi piel y empezaba la hoja del acero, ah, ni la peli de “la mosca” en sus mejores tiempos. Pero no estaba mal, me daba cierta personalidad, fuerza. Ahora podía mirar al espejo con cara de chica dura y decir aquella gran frase de Robert de Niro “are you talking to me?”. A partir de ahora la gente me tendría más respeto, ese que infunde el miedo, pero respeto al fin y al cabo.

Tuve que arreglar toda mi ropa para adaptarla a la nueva situación, era algo más difícil lo de vestirme, pero con el tiempo adquirí una sorprendente habilidad para enfundarme la ropa sin esfuerzo y desarrollé otras habilidades como esquivar los marcos de las puertas, sentarme a una distancia prudencial de la mesa o usar mandil. Pero un día, en la puerta del cine le cedí el paso a la chica que me precedía (ya sabéis, con el hacha no cabíamos las dos) y ésta me miró entre sorprendida y escandalizada. Ella también había ido sola al cine aquel día. Como no dejaba de mirarme con esa extraña expresión, le dije “hola” y aquello fue el comienzo de una agradable conversación que terminó con la conclusión de que debía quitarme el hacha, que iba a ser mejor para mí. Tras varios encuentros me dejé convencer. Reconozco que me daba pena perderla, eran muchos años juntas pero era por mi bien y eso era lo que ahora importaba.

Llegó el día y la chica del cine, que presumía de ser experta en heridas y gasas, me arrancó el hacha con mano firme y sin asomo de duda. Al contrario de lo que podía parecer comencé a sangrar de forma incontrolada, parecía una herida profunda que ni la chica más experta en heridas y gasas podía contener.

Pero ya se sabe, la vida tiene estas cosas.


21/6/08




















a veces la via láctea no es sólo un bar de Madrid





16/6/08

...

Cada vez me habitan más lugares.
Nostalgia en los zapatos que
siempre van hacia cualquier otro lugar,
detrás de la espalda de lo primero,
lo inhumano.

Rítmico sendero hacia una sombra…




10/6/08

...




Conversación intranscendente

No sé, ninguno de los dos caminos parece sencillo

Lo sé

¿va a ser así siempre, verdad?

si

2/6/08




Así es Barcelona