Hoy he vuelto a verme la postilla. La culpa la tiene el verano, tiempo de biquinis y cachetes al aire. A mi rodilla a los cinco años no le importaba el sol, construía casas con chapas oxidadas y se subía a remolques abandonados. Caerse no era difícil, tampoco levantarse y solo lloraba si había sangre. El rojo siempre me pareció un color muy dramático. En la piscina nadie más se ha dado cuenta, a pesar de ser un recuerdo a voces.
"El Microtaller" libro digital
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